martes, 19 de septiembre de 2017

Israel: ¿un rayo de luz?


¿Nos encaminamos hacia la Paz? ¿Hacia un largo, prolongado período de ni Paz, ni Guerra? ¿Hacia el final de la pesadilla del aislamiento?

El optimismo reina esos días en los círculos oficiales de Tel Aviv. La diplomacia hebrea ha decidido centrar sus baterías en tres acontecimientos preponderantes, que podrían modificar el equilibrio estratégico en la zona: la decisión del monarca de Bahréin de autorizar las visitas de sus súbditos a Israel, el anuncio de la celebración de un referéndum de autodeterminación en el Kurdistán iraquí y, por último, aunque quizás lo más importante, la reconciliación entre el movimiento islamista gazatí Hamas y la laica Al Fatah, que gobierna en Cisjordania. El análisis de los politólogos israelíes consiste en una extraña mezcolanza de satisfacción e inquietud. Efectivamente, algo está cambiando en la convulsa región.

El rey de Bahréin, Hamad bin Isa Al Jalifa, escogió la ciudad de Los Ángeles y, más concretamente, la sede del prestigioso Centro Simon Wiesenthal, para anunciar la creación en su país de un museo dedicado a la Tolerancia Religiosa. Pese a que Bahréin no mantiene relaciones diplomáticas con el Estado Judío, la Corona contempla un posible y hasta deseable incremento de las visitas de bahreiníes a Israel. ¿Normalización? ¿Condena del boicot anti-israelí? Algo se mueve en las capitales del Golfo Pérsico. Algunos analistas occidentales estiman que la espectacular iniciativa del monarca podría estar relacionada con la reciente gira meso oriental de Donald Trump.

Pero hay más: la propia Arabia Saudita, que desempeñó durante décadas el papel de adalid de la campaña ideológico-propagandística llevada a cabo por el mudo árabe-musulmán  contra el llamado “ente sionista”, prefiere alejarse de la postura radical de los ayatolás de Teherán, quienes llevan la voz cantante en la batalla contra Israel. No hay que extrañarse, pues, si el “establishment” de Tel Aviv apuesta por más cambios en las semanas o meses venideros.

La autodeterminación de la región autónoma del Kurdistán iraquí es otro de los objetivos estratégicos del Estado Judío. Sin embargo, conviene recordar que el referéndum independentista organizado por las autoridades provinciales cuenta con el veto del Gobierno de Bagdad y con el contundente rechazo de la Administración estadounidense. Con razón: un embrionario Kurdistán independiente podría convertirse en una auténtica bomba de relojería para las minorías étnicas de la región. De hecho, hay ciudadanos de origen kurdo en Irak, Turquía, Irán y Siria. Ni que decir tiene que un Estado nacional kurdo de reciente creación afectaría el ya de por sí frágil equilibrio regional. Si bien es cierto que los estrategas del Pentágono parecían propensos a rediseñar, hace una década, un Oriente Medio confesional o… tribal, los políticos occidentales no comparten su criterio. Israel, en cambio, apuesta por el resurgir de los Estados religiosos. No hay que extrañarse: estas estructuras se asemejan a… la vocación primitiva de Eretz Israel. Por otra parte, se rumorea que las autoridades hebreas tendrían la intención de “colonizar” el Kurdistán, es decir, enviar población de origen judío a la zona. ¿Mera propaganda? No exactamente: la región autónoma cuenta ya con un importante elenco de establecimientos israelíes. 

Pero el acontecimiento más importante es, sin duda alguna, el anuncio de la reconciliación entre las dos facciones rivales palestinas: Hamas y Al Fatah. La noticia, aún no confirmada, supondría la cesión del poder administrativo en la Franja a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), expulsada de Gaza en 2007, tras arduos combates entre las milicias de la OLP y las brigadas de Hamas. Los militantes islámicos, dispuestos a entregar las riendas del poder al Presidente palestino, Mahmud Abas, confían en conservar el control en materia de seguridad y orden público. Su ofrecimiento llegó a través del jefe de los servicios de inteligencia egipcios, coordinador de las consultas indirectas entre Hamas y Al Fatah.

Caso de materializarse, el proceso podría desembocar en la reunificación de los territorios palestinos – Cisjordania y Gaza - la celebración de elecciones generales, la convocatoria de una conferencia en la que participarían todas las facciones políticas y militares interesadas en la creación de un Gobierno de Unidad Nacional. Las aguas volverían, pues, a sus cauces, después de una década de luchas fratricidas.

Para los habitantes de la Franja, ello supondría el final del aislamiento impuesto después de 2007 por las autoridades egipcias e israelíes. Gaza, con su millón y medio de habitantes es, sin duda el territorio más poblado del planeta. Un territorio donde los alimentos, las medicinas, el fluido eléctrico y el agua potable escasean. Tal vez sea ésta una de las razones por la cual los gobernantes islámicos hayan decidido tirar la toalla. 

Hamas se rinde; Al Fatah gana. El júbilo de los palestinos contrasta, sin embargo, con la preocupación de los israelíes. En efecto, durante años, los políticos de Tel Aviv tildaron al Presidente Abas de personaje irrelevante, incapaz de mantener la unidad de los territorios palestinos. La reconciliación cambiaría por completo los datos del problema. El “irrelevante” Abas (o su sucesor) acabaría convirtiéndose en el “raís”, el jefe, el líder de todos los palestinos. Es algo que los “halcones” israelíes no verían con buenos ojos. Sin embargo, los pobladores del Estado Judío intuirían un tímido rayo de luz en el horizonte, un paso más hacia la meta: el final del aislamiento, de la pesadilla.

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