viernes, 8 de octubre de 2010

Rumanía: la nostalgia del pasado


Rumanía es, junto con Grecia, uno de los países comunitarios peor gestionados. Según los expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI), el país carpático tiene pocas probabilidades de salir de la profunda crisis económica en la que está inmerso en los próximos 2 a 3 años. Es lo que se desprende de las últimas proyecciones económicas del FMI, publicadas en vísperas de la reunión anual de los principales organismos financieros – Fondo Monetario y Banco Mundial – que se celebrará en Washington este fin de semana.
Las medidas de austeridad anunciadas en los últimos meses por el Gabinete de centro-derecha de Traian Basescu – reducción de los sueldos de funcionarios públicos, disminución de las pensiones, incremento de los impuestos directos e indirectos, etc.- han provocado una auténtica oleada de manifestaciones de protesta, organizadas por los sindicatos, las fuerzas de orden público, los jubilados, las agrupaciones independientes. Fue este el peor momento para idear y llevar a cabo un sondeo sobre la implicación de la opinión pública rumana en la vida política y la evaluación a posteriori del sangriento régimen comunista de Nicolae Ceausescu, derrocado en diciembre de 1989.
La encuesta, patrocinada por el Instituto para el Estudio de los Crímenes del Comunismo y la Memoria del Exilio Rumano, revela, en efecto, que para el 47 por ciento de la población el comunismo era un proyecto válido, que falló por culpa del… factor humano encargado de llevarlo a la práctica. Más aún, un 14 por ciento no critica siquiera los métodos empleados para la “materialización” del sistema socialista, mientras que un 27 por ciento considera que la idea en sí era errónea.
Para los desempleados, el sistema comunista tenía la “ventaja de eliminar la desocupación”, ofreciendo empleos estables. En este caso concreto, el porcentaje de nostálgicos es superior al 62 por ciento. Un 8 por ciento de los encuestados añora las “condiciones de vida decentes” que brindaba el antiguo régimen; un 5 por ciento estima que el comunismo ofrecía más igualdad social, mientras que un escaso 4 por ciento asegura que, dentro de todo, el marxismo era un… “buen sistema”. Sin embargo, el 69 por ciento denuncia la falta de libertad imperante en las llamadas “democracias populares”.
Mientras un 79 por ciento de los rumanos asegura que no ha padecido directamente los efectos del régimen comunista, el 47 por ciento asegura que el gobierno de Ceausescu se caracterizó por una elevada tasa de pobreza, escasez de alimentos y servicios públicos eficientes. Un 11 por ciento denuncia la confiscación de los bienes; un 6 por ciento, las detenciones; un 4 por ciento, la falta de libertades individuales; un 2 por ciento, las persecuciones políticas y un escaso 1 por ciento, la ausencia de perspectivas de desarrollo profesional.
Finalmente, conviene señalar que un tercio de los rumanos aprueba la gestión de Nicolae Ceausescu, mientras que un 15 por ciento estima que su política perjudicó los intereses del país. Para la mayoría - un 46 por ciento – el Gobierno del dictador “no fue ni bueno ni malo”.
El revelador sondeo pone de manifiesto las lagunas de un proceso de transición política excesivamente rápido, durante el cual se hizo caso omiso de un factor clave: la necesidad de potenciar el desarrollo del tejido social del país. En este contexto, el salto hacia la economía de mercado ha resultado demasiado costoso.
“Cada pueblo tiene el gobierno que se merece”, decía Carlos Marx. Pero no cabe la menor duda de que los rumanos se merecen algo mejor.